viernes, 30 de abril de 2021

           libro LOS AMANTES INFINITOS

                                        

Serás un hombre, hijo mío...


Un fragmento del libro en el que se incluye un poema de Rudyard Kipling.


... “ Serás un hombre, hijo mío:
Si puedes mantener intacta tu firmeza cuando todos vacilan a tu alrededor.
Si cuando todos dudan, fías en tu valor y al mismo tiempo sabes asumir y exaltar tu flaqueza.
Si sabes esperar y a tu afán poner brida, o siendo blanco de mentiras esgrimes la verdad, o siendo odiado al odio no le das cabida ni ensalzas tu sabio juicio ni proclamas obscenamente tu insigne bondad.
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu monarca
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores.
Si el triunfo y el desastre no te imponen a la fuerza su ley y los tratas de la misma manera, como dos impostores que fuerzan tu intención.
Si puedes soportar que tu frase sincera sea trampa de necios en boca de malvados o mirar cómo quedó hecha trizas tu adorada quimera y tornar a forjarla nuevamente con los útiles mellados que quedaron de recuerdo.
Si todas tus ganancias las pones en un mismo montón y las arriesgas osado en un solo golpe de azar y lo pierdes, y con bravo corazón y sin hablar ni convenir en tus pérdidas, vuelves a comenzar de nuevo.
Si puedes mantener en la ruda pelea alerta el pensamiento y el músculo tirante para emplearlo cuanto en ti todo flaquea menos la voluntad que te empuja al frente.
Si entre la inmensa turba das a la virtud abrigo.
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo.
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado y si eres bueno con todos pero no demasiado.
Y si puedes llenar el preciso minuto en sesenta segundos de un esfuerzo supremo,
Tuya es la tierra y todo lo que en ella habita y lo que más, serás hombre hijo mío.”

Este poema de Rudyard Kipling ha marcado desde la adolescencia mi forma de vida y mi manera de ser.
Continuamente he intentado cumplir las máximas de sus líneas y sus versos, aunque no siempre lo haya podido conseguir.
La culpa de que eso fuese así la tuvo mi abuelo, que desde el principio de mi existencia se empeñó en hacer de mí un hombre, en toda la extensión de la palabra, y tal y como en su día pensó Kipling que debía ser uno verdaderamente auténtico...