De mi libro:
"VOCES DE INTERIOR Y LO QUE LA PIEL RESPIRA"
“No hay miedo más grande que el que se
siente cuando no se siente nada”
A la primera persona (ALEJANDRO SANZ)
Y AL FINAL …
Y
ella se acurrucó en el hueco que quedaba entre su cuello y su pecho. Hablaba de
lo bien que se encontraba en su seno, en la seguridad que le proporcionaba. Eso
era algo que nunca le había ocurrido antes.
Le
gustaba imaginar sobre su olor particular y pensar en la mejor manera de
amarla, de besar su cabello. Jurar que nadie le había amado de esa manera
—No
me faltes nunca, pues tú eres la luz que me guía y el sendero por el que
transcurrir mi vida -señalaba ella, mientras jugaba con los dedos de él.
Cuántas
veces se habían prometido eternas bellezas, juramentos firmes en los que
brillaban el amor y los sueños compartidos. Escuchaban abrazados la música del
corazón. Él levantaba su mentón y le dedicaba una mirada cargada de ternura.
—Y
tú… Ya no hay nadie más que tú -susurraba en alto, acompañando el estribillo de
la canción.
Para
él siempre sería “solo ella” y a cambio, ella sonreía y parecía callar
emocionada.
Pero
ella se deshizo en pedazos cuando él quiso volver a tocarla.
Su
presencia pasó a ser nada. Una visión que borrosa ya, se disolvió ante sus
velados ojos. En realidad, se percató de que nunca había sido.
La canción siguió
reverberando entre las olas y la arena de la playa. Pero el pecho de él ahora
se halla vacío, sin que nadie ocupe el hueco existente en el nacimiento de su
cuello.
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