domingo, 21 de diciembre de 2014








SUEÑO




La luz y la oscuridad se complementan, cuando una abandona su espacio vital la otra se encuentra siempre presta y dispuesta a ocupar ese vacío” 


     Soñé un sueño de amor contigo, soñé que te soñaba y cuando el sueño de ese ensueño se deshizo, comencé a soñar despierto, amparado en la calmada quietud de la habitación, acompañado del silencio de las apagadas calles de mañana de domingo.

     Soñé que estabas a mi lado y que me besabas suavemente, que echabas tu brazo por encima mío y acurrucabas la cabeza en mi pecho, pidiéndome mimos, demandando una caricia.

     Fue entonces cuando soñé tu cuerpo, cuando soñé tu rostro de labios sensuales y carnales, con tu perfil de nariz griega y tus perfilados pómulos de mujer perfecta.

     Ahí mi sueño fue más sueño que nunca, pues solo quise en ese instante que el sueño no fuera sueño, que fuera realidad viva, que pudiera alargar mi mano a un lado y no tocar el espeso aire, que no acariciara solo una triste sábana.

      Entonces mi sueño dormido abandonó la habitación y le sustituyó el sueño de los ojos abiertos, el sueño de la piel verdadera, el sueño de amor profundo en el que vivo siempre.

    Aguardo deseoso la llegada del verdadero sueño, de ese sueño hecho carne y amor que me acometa, el sueño de poder mirar tus ojos de cerca, el sueño de saberte mía y de lograr tenerte para siempre.

    Deseo el sueño en el que soñar la ensoñación, el de hallarte siempre a mi lado, sea lo que sea lo que sueñe, sea aquel sueño que sea.

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