"AL FINAL"
fragmento de mi libro:
VOCES DE INTERIOR Y LO QUE LA PIEL RESPIRA
Y AL FINAL …
Y
ella se acurrucó en el hueco que quedaba entre su cuello y su pecho. Hablaba de
lo bien que se encontraba en su seno, en la seguridad que le proporcionaba. Eso era algo que nunca le había ocurrido.
Decía de su olor particular y de su forma de amarla, de besar su cabello, que nadie le había amado de esa manera
—No me faltes nunca, pues tú eres la luz que me guía y el sendero por el que transcurrir mi vida -señalaba ella, mientras jugaba con los dedos de él.
Cuántas veces se habían prometido eternas bellezas, juramentos firmes en los que brillaban el amor y los sueños compartidos.
Escuchaban abrazados la música del corazón. Él levantaba su mentón y le dedicaba una mirada cargada de ternura.
—Y tú… Ya no hay nadie más que tú -susurraba en alto, acompañando el estribillo de la canción.
Para él siempre sería “solo ella”, y a cambio, ella sonreía y parecía callar emocionada.
Pero ella se deshizo en pedazos cuando él quiso volver a tocarla. Su presencia pasó a ser nada, una visión que borrosa ya, se disolvió ante sus velados ojos. En realidad, se percató de que nunca había sido.
La canción siguió reverberando entre las olas y la arena de la playa. Pero el pecho de él ahora se halla vacío, sin que nadie ocupe el hueco existente en el nacimiento de su cuello.
Decía de su olor particular y de su forma de amarla, de besar su cabello, que nadie le había amado de esa manera
—No me faltes nunca, pues tú eres la luz que me guía y el sendero por el que transcurrir mi vida -señalaba ella, mientras jugaba con los dedos de él.
Cuántas veces se habían prometido eternas bellezas, juramentos firmes en los que brillaban el amor y los sueños compartidos.
Escuchaban abrazados la música del corazón. Él levantaba su mentón y le dedicaba una mirada cargada de ternura.
—Y tú… Ya no hay nadie más que tú -susurraba en alto, acompañando el estribillo de la canción.
Para él siempre sería “solo ella”, y a cambio, ella sonreía y parecía callar emocionada.
Pero ella se deshizo en pedazos cuando él quiso volver a tocarla. Su presencia pasó a ser nada, una visión que borrosa ya, se disolvió ante sus velados ojos. En realidad, se percató de que nunca había sido.
La canción siguió reverberando entre las olas y la arena de la playa. Pero el pecho de él ahora se halla vacío, sin que nadie ocupe el hueco existente en el nacimiento de su cuello.
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