(runas vikingas) |
EL REINO DE AKABA
(fragmento)
—Podéis llamarme como mejor os
plazca, pues el nombre no hace al hombre ni define a las personas y
sí por el contrario, aquello que luego hacen y manifiestan —dije
en voz alta y sin dirigirme a nadie en particular—. Ahora bien,
desconozco aquel encargo que decís debería traer conmigo y merced
al cual, habéis estado esperando tantos años.
—Os llamaremos Hermod, porque así
está escrito y enseñado por Saga, la diosa de la Historia. También
nos mostró la diosa aquello por lo que tanto ha sufrido nuestro
pueblo y durante tantas lunas y estaciones. Aquello que portabas en
tus manos es el signo Thurisaz, tallado en la madera. Esa
pieza que aparenta sencillez y simpleza se hallaba perdida en la
oscura inmensidad de los tiempos antiguos y se nos había profetizado
que en algún momento posterior a la Era en la que se perdió,
alguien vendría a entregárnosla y se produciría con ese inocuo
gesto, el inicio de nuestra salvación como pueblo. Ahora bien, lo
que comienza como alegría puede desembocar no sólo en profunda
tristeza, sino también en la más absoluta desolación. Podríamos
estar abocados a la desaparición como pueblo y como cultura antigua
si al completar la caja de Las Nornas, no logramos depositarla en la
Fuente de Urdar antes de que pasen cuatro lunas desde el
momento de la reunión de todas las piezas. Ya pudiste comprobar que
la cuenta atrás se ha iniciado cuándo trajiste la pieza que faltaba
y la introdujimos en la caja sagrada, por lo tanto, el cómputo del
tiempo estipulado dio pues, inicio.
Saga —continuó el anciano— dejó
establecido por último que el encargado de depositar la caja a los
pies de la Fuente de Urdar deberá ser un espíritu puro
venido de las montañas y que su aspecto físico proclame sin duda
alguna que lo envía el mundo de Asaheim.
(Hermod, mensajero de los dioses) |
Y tú tienes el
aspecto que debe tener un habitante de Asaheim, pues en
nuestra tierra, con tal fisonomía es imposible encontrar a nadie
más.
copyright© faustino cuadrado