LA NOCHE DEL TAMARINDO
de Antonio Gómez Rufo
“ De todos
modos, amigo mío, el tiempo es un gran autor: siempre encuentra el
final perfecto para cada historia”.
Cuando
alguien decide pensar que vivir y aprovechar la vida es siempre
obligatorio y que todos debemos soportarla venga como venga, debiendo
además dar gracias por ello, puede ser que esté cometiendo una
clara equivocación al asegurarlo.
El
multimillonario español, Vinicio Salazar, pensaba al principio de
esa manera, aseguraba con su actitud y su forma de afrontar la vida,
con sus miles de millones, que ésta era lo más importante y que
nada debería interrumpir su disfrute, a costa de lo que fuera, a
costa de quién se pusiese por el medio. El ser humano siempre ha
querido vivir eternamente y Vinicio Salazar, no será una excepción.
Pero
nadie, a pesar de todo el dinero que pueda atesorar, no puede
disponer de lo que el futuro y las acciones propias disponen en su
contra. Todo se nos puede dar la vuelta y dejarnos con el culo al
aire. A Vinicio Salazar le ocurrió algo parecido, lo tenía todo
desde siempre, mas luego aconteció que comenzó a perderlo poco a
poco, a base de decisiones equivocadas y normalmente inmorales.
En un
momento determinado, Vinicio Salazar se encuentra ante el cruce de
caminos que marcará definitivamente su destino, tendrá que elegir
nuevamente y esa decisión final no le resultará nada fácil tomarla.
“El
manzanillo es el árbol de la muerte; el sauce, el árbol que llora:
la soledad, un árbol sin raíces.”
A
Vinicio Salazar se le vino todo encima y tuvo que pensar y decidir
sobre cómo afrontar la vida y cómo sortear a la muerte.
“Decía
Bukowski que una orgía es el lugar más solitario del mundo, pero
sin duda lo afirmó porque nunca pasó solo la Navidad”
afirma
Vinicio Salazar en uno de los trances que le toca vivir.
Para
Vinicio Salazar, la soledad era algo insoportable, la vida, demasiado
corta, demasiado parca en la generosidad del tiempo. Él y Dorian
Gray, tenían mucho en común, muchas referencias de las que beber
conjuntamente. Vinicio Salazar, decidió hacer algo al respecto, él
no iba a ser igual que los demás.
En
“ La noche del tamarindo” la muerte es algo muy serio, y la vida,
lo es aún más. Y la vida y la muerte se sufren en soledad, nadie
vive y muere acompañado, a pesar de compartir tanto tiempo junto a
la gente, a veces junto a los seres queridos, pero sobre todo, al
lado de los que no se aman tanto.
Antonio Gómez Rufo disecciona en su obra con notoria habilidad el
tema de la soledad del ser humano, haciéndolo materia imprescindible
a lo largo del libro al invadir de manera inteligente las diferentes
vertientes la personalidad de cada uno de los personajes. Es la
invariable soledad del ser humano, la del dinero, la del egoísmo. El
miedo ancestral a la muerte es el otro tema fundamental en el que el
autor se recrea, es la segunda de las piedras angulares en la que se
apoya el argumento de “La noche del tamarindo”.
En
esta obra de género auténticamente novelístico, Antonio Gómez
Rufo mantiene una tensión narrativa más o menos plana a medida que
nos adentramos en los grandes capítulos que él denomina
“movimientos”, los cuales coinciden con los cuatro bloques de
tramas más pequeñas y cronológicamente ordenadas, dentro del
conjunto general de la obra.
Si
bien comienza el libro con un ejercicio de acción inesperada,
imprevisible, luego avanza en un lento y pausado cabalgar a lo largo
de su trama, con impulsos de acción muy puntuales, abocándonos a un
desenlace que puede ser previsible a primera vista, pero que luego no
lo resulta tanto.
“La
noche del tamarindo” es un texto coherente en el espacio, en el
tiempo, en la ambientación de los lugares que visita la trama y
también en la de los personajes. Solo existe un pero, resulta poco
creible el encuentro casual de los dos protagonistas.
Con
esa narración formal que mantiene la estructura del texto a lo largo
de toda la narración, Antonio Gómez Rufo muestra a través de los
personajes que crea, la complejidad de cada ser humano, tan similares
a simple vista y tan distintos en su interior.
El
personaje principal es poderoso, dinámico y real, dolorosamente
humano. Siempre pegado a la tierra y a sus necesidades, a los sueños
y a las equivocaciones tan propias de los hombres. Unas veces se nos
hace odioso y en otras, lo entendemos familiarmente cercano. Si bien
existe un segundo personaje principal en forma de mujer policía,
ésta queda un poco corta y debilitada en su fuerza expresiva, se
podía esperar mucho más de ella.
“La
noche del tamarindo” es un buen libro en su conjunto, es fácil de
leer, mantiene al lector interesado hasta el final, contiene
numerosas citas de carácter ético que nos obligan siempre a la
reflexión, y su lenguaje fluido y fresco, nos obliga a mantener la
atención en la trama y pendientes del desenlace final.
Libro
recomendable para pasar unas cuantas tardes de lectura amena y
entretenida.
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